Entradas

Luna

A Nuri,  Para que nunca olvidemos al Quinquillo,  a la Luna y a todos los libros del mundo.  Para que no olvidemos esos sueños que empezaron en una azotea a la luz de muchos atardeceres.  CAPÍTULO 1 En la plaza de la fuente, como la llamaban todos, cada tarde se reunía una curiosa y natural mezcla de personas que formaban el alma y esencia del pueblo. Ernesto, el barbero, que era un hombre sabio, decía que la plaza de la fuente era como un manual de la vida, un resumen de todos sus misterios. -Todo lo que necesitas saber está en esa plaza- le dijo una vez.  A mano izquierda, mirando al campanario y sentadas en unos ban-cos, estaban las yayas, cinco ancianas encorvadas centradas en su punto de cruz o ganchillo. Con una sonrisa sospechosamente dulce y una mirada inquisitiva. Todos estaban convencidos de que nada se podía ocultar a las yayas; parecían saberlo todo sobre todos, aunque nunca decían nada, se limitaban a comentarlo entre el as y a veces, solo a veces, ciertos problemas se sol